Sucuba, quiero morir cada noche sin odiarte, más bien quebrarte,
sin estar atado al único Dios que conozco el cual se encuentra entre tus piernas.
Es incoherente, inaceptable, tan monstruoso el placer tan doloroso que causas
al extirpar los sueños de un murciélago.
Ríe y regocijate de la victoria bañada en sangre y sudor,
gloria eterna mortuoria disfrazada de vida melancólica.
Danny Vegaz