Cultivos

Algunos cavan haciendo de sus surcos tumbas, otros arrojan flores.


Maíz entre arco iris.


Los bueyes arrastrando la histeria,látigos, gritos, sombrerazos.

El albatros surca las nubes, cultivando tormentas.

Sea el yugo, los viernes, la cartilla, los ultimátum.

Orden que busca someter a las cigarras a obrar en invierno.

Y que rían los gusanos,
y que canten los buitres,
y que sueñen los muertos.

Así hasta que el campo soleado sea lunático.


Agente del caos.

Encajes en el piso

Terminaba, y después del despabilamiento del que el mismo orgasmo nos hacía sujetos; él se levantaba dejando mi cuerpo desnudo en su cama, me tapaba con la sàbana y mientras se bañaba, yo a lo lejos recostada con el perro en mis pies; respiraba, con ganas de no levantarnos.

Lograba levantarme, quizás para verlo desnudo otra vez, ahora sin tocarlo. Solo para admirarlo como el espectador mira el cuadro del pintor, ese cuadro que no puede comprar ni tener en la soledad de su casa.

No era tan difícil ¿cierto? Gastarnos por las mañanas y volver a ser normales e indiferentes. Como si no nos hubiésemos visto nunca.

Recoger los encajes y ponerlos en su lugar, borrarlos de la memoria del suelo, como si no hubieran estado allí.

Y las medias en mis piernas y el cinturón en tu cadera, impecable todo sin una gota de suciedad.

La vida seguía su curso y la muerte nuestros pasos, esperaba otra mañana para hacernos morir en otro orgasmo.

Por Adelina Mora