Más allá de las referencias y los chistes, hemos de centrarnos en un problema común, por lo que enfrentarlo requiere de «la comunidad», ahora, probablemente usted se sienta fuera del sistema. Nada más falso, estamos atrapados.
La idea de la libertad de voluntad depende desde luego de nuestra «fuerza», que puede tener distintas presentaciones, cada marca te ofrecerá un símbolo adecuado para la ocasión ya sea corbata o una cadena de oro, todo se encuentra en el presupuesto capitalista.
Abordar nuestras criticas más allá de flatus vocis u otras mamadas, nos obliga a encontrar esos puentes que nos conecten a pesar de que habitemos diferentes geografías que nos han condicionado a lo largo de la historia, probablemente aquí iría una cita que justificara lo que digo con algo más que mis imaginaciones.
Pero este texto no asistirá a museos o pupilas insoportables. Sino que será leído, quizá entendido, espero compartido. Una llamada al sentido común es siempre peligroso, pues el diablo se encuentra en los detalles, de ahí la necesidad de las «justificaciones» que transformen este ensayo de una diatriba virtual a una acción concreta y ubicada dentro de esas notas que apuntan a ser encontradas por algún lector que se atraviese con este y otros textos que aquí hemos publicado.
Es la libertad la cadena que nos cuesta quitarnos, por que sería aceptar nuestra dependencia social. La necesidad de transformar el contrato social desde sus raíces y abordarlo dejando de lado nuestras creencias teológicas-ontológicas. (Esas se pueden discutir frente a una taza de te, no frente ametralladoras.)
¿La existencia digna sería un concepto que funcionaría para justificar un estado del bienestar global?
Otra forma de llamarlo sería vida digna, pero tenemos que tener en cuenta ahora también a seres no-vivos, pensando en las IA, androides, robots, animales, insectos, hongos, plantas, de forma que entender la vida se mantiene como una de esas fuente de preguntas y problemas inagotables en tanto la vida parte a ser una transformación de modo que entender esa «inagotabilidad», depende por entero de la capacidad de la humanidad para adaptarse y seguir «vivos». Pero la dignidad aporta una concepción humana que establecemos como fundamento para entender una condición deseable. Puede usted buscar las definiciones de las palabras y en ellas encontrar errores que podrían achacárseme a escribir tan sueltamente. Sea.
No dejo de invitar a encontrar otros conceptos más concretos, así como más adecuados para ejemplificar la cosa en sí.<Error>
Descuidadamente colamos la idea de una vida digna, podemos pensar que la vida sería el concepto trascendental que hemos de defender, pero esto implicaría entender el entramado de lo que consideramos vida, por otra parte la idea de «dignidad» se encuentra muchas veces solo en la cabeza de soñadores y en libros con teorías impracticables, por lo que encontrar una respuesta a un problema que tiene muchas causas e infinidad de consecuencias no es una tarea que pueda ser afrontada desde el egoísmo de; mi estilo de vida es una vida digna.
Revisar que forma de vida es la que nos permitirá desarrollar una sociedad equitativa, sustentable y responsable con las diferentes problemáticas que se requieren para nuestra supervivencia.
El ejercito de los apáticos.
Enfrentarnos a semejante ejercito sería imposible si no fuera por que su propia arma los detiene como una cadena en el mismo espacio y tiempo con las mismas ideas y reforzando las creencias como si fueran rascacielos invisibles.
La acción es el acto que concreta, puede fallar, pero la falla implica que hubo un «intento», algo se movió.
Aunque considero que las ideas son de hecho actos materiales que tienen origen en el cerebro y con elementos que encontramos desde las células hasta la sinapsis.
Los apáticos no quieren ni pensar, lo quieren express.
Esos koalas de la información se aferran a su árbol y lo agotan, luego se trasladan a otro igual, para que sus hijos puedan soportar la toxicidad de esas hojas impresas con runas agrestes y secadoras, se las sirven en su mierda, de forma que puedan digerir y aprender a tragar veneno con tal de seguir abrazando eucaliptos.
Arrinconados por su reflejo se justifican afirmando que el «otro» los sometió y los convirtió en esclavos, vistiéndolos con corbatas y cadenas, una que otra cruz, en fin; hechos en molde.
Las miradas son las mismas, las conversaciones sacadas de algún bodegón o de quizá el programa de la mañana, ¿el clima? ¿Qué se yo? Estaba maldiciendo al vecino mientras recordaba que la semana pasada el me maldecía por quién sabe que…
Llenas las iglesias, llenas las oficinas de retratos de lideres muertos, de vivos, de café y enojo, la burocracia agotando las frentes y las sonrisas de propios y extraños, todos tienen un problema, pero ¿Quién ha de solucionarlo? ¿No lo pagan mis impuestos?
Escribanos modernos en los cibercafés esperan pacientemente al nuevo analfabeta deseando sacarle algunos chelines, mientras se repite en el calendario algún santo con seña y ex del opus dei.
No vaya a ser que por no rezar no se cumpla nuestro deseo, insatisfecho pero lejano, como un dios que mata a sus hijos.
Lógica aristotélica.
Agente del caos.