The french distpach

Una radiografía tan particular como es el estilo de Wes Anderson, mostrando por medio de la reflexión de el blanco y negro de las palabras que se construyen en una ciudad cualquiera en la que se encontrarán personajes que nos representarán leyendas urbanas.

El humor,, la repetición, así como la atención al detalle con un toque frances que no dejaba de expirar siglo XX. Una critica al consumismo, que no puede vivir por siempre, en un mundo como el que habitamos donde las imágenes se confunden con las insipientes alarmas que no dejan de sonar a la distancia, acalladas por la televisión por nuestras rutinas que no dejan de ser parte de este ejercicio detallado y bien trabajado; dan como resultado un texto,
8si, sabemos que hablamos de una película, pero, aquí las fronteras se diluyen convirtiendo el experimento en una experiencia circunstancial, la escritura fluye junto con el alcohol, las bicicletas, el enjuague bucal y otros diluyentes que no dejan lugar a dudas, estamos viendo a través de la piel el futuro. Uno que ilumina, uno que libera, uno que a pesar de hacerse a piedra, será liberado por la ambición de familias de colocar su nombre en una lapida que serán bañada por el champagne de generaciones que repetirán los errores, o morirán en el intento, la continuación no puede ser una seguidilla de fracasos, ¿o si?

El ritmo se mueve entre el papel, la maquina la exposición lejana que es escrita entre el lujo y el olvido, una palabra no será suficiente para enumerar las agotadas letras que componen está opereta norteamericana-franca-sin fronteras, entre la realidad la ficción y un romanticismo que mantiene a los escritores golpeando las paredes del vecino con toda clase de melodías que se sumaban a la anárquica canción de los reproductores en todas sus formas, siendo nuestra ingenua posición de espectador el que ha de salir a la palestra a terminar la historia con una anécdota de servilleta, o algún tomo de nuestra imaginación inconfundible.
Beber un poco antes de continuar con la no-narración, con el detalle sin contexto, con la imagen que desnuda la obviedad ante nosotros los espectadores que sometidos a este ir y venir de las tomas concretas, apenas un movimiento de hoja, una charla, un interrogatorio, la búsqueda de la creación exprimiendo el dolor.
La confianza de los personajes en una mañana, en un editor que sostiene las paredes de la realidad, incluso después de su muerte, hasta que se impriman los números y se satisfagan las clausulas, mientras tanto, un asesinato, en sus narices.

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